“Fulminada” por el amor de la Madre

noviembre 18, 2020

Por, Natacha Féliz Franco.

En noviembre de 2018 soñé que una descarga eléctrica me fulminaba, me vi literalmente en el piso aunque luego en otra escena estaba de pie conversando con un buen amigo. Este sueño lleno de simbolismos me hablaba de algún suceso en el que tal vez no moriría pero sí tendría un gran susto, recordé que cada 21 de noviembre venía a Baní a honrar a la Madre pero no recordaba cuándo había sido la última vez que había estado en la procesión. Aparté este día en mi agenda laboral en Santo Domingo y prometí a la Virgen de Regla que haría este recorrido de principio a fin para que me librara de cualquier mal, atendiendo a que desde que tengo uso de razón siempre he tenido sueños premonitorios.

Después de asistir a misa y llegada la hora, me puse cómoda para asumir una ruta totalmente diferente a la abordada en mis años infantiles, en los que de la mano de mi abuela y estrenando ropa nueva, celebrábamos a la Virgen y al inicio de la Navidad. Era mágico sentir los pasos de las gentes en las calles y las conversaciones que llegaban a mi habitación en estos once días que iniciaban con una alborada de confraternidad en la que todos se sentían confiados y protegidos.

La Madre me recibió aquel día con los brazos abiertos. Mi buen amigo y colega Radhamés Villar al verme me invitó a acompañarlo y de pronto estuve a menos de dos metros de la imagen, como si se hubiera hecho un espacio solo para nosotras. Nunca, ni siquiera en mi niñez, había recordado estar tan cerca de la Virgen, fue el “cara a cara” más hermoso que jamás hayamos tenido. El corazón comenzó a latir aceleradamente, como si él mismo estuviera celebrando este encuentro, brincando de alegría sin que pudiera controlarlo. Una ola de felicidad me embargó de la cabeza a los pies durante todo el camino, no podía explicar el gozo que sentía porque me poseyó de pronto.  Ya nada es igual que antes, es cierto, pero aunque cambiemos físicamente, aunque la tecnología nos arrope, el amor hacia la Virgen de Regla permanece; las personas igual salían a su encuentro y algunas portaban imágenes de La Altagracia, avocaciones en que la Madre María queda representada y que unifica el sentimiento hacia la madre de Dios.

Esa energía poderosa de la Madre se yergue sobre Baní, está presente como una progenitora atenta, discreta, esperando ser requerida por sus intercesiones amorosas.

 

 

 

 



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